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Aprende a cuidarte desde el interior

Para lucir una piel radiante, un cabello fuerte y brillante y unas uñas sanas y resistentes es imprescindible seguir unos hábitos de vida saludables. Seguir una dieta equilibrada, realizar actividad física y evitar el estrés son acciones determinantes para conseguir nuestro mejor aspecto.

Nuestro estado de salud determina, en gran medida, nuestro aspecto exterior. Las personas sanas, no fumadoras, que practican deporte, siguen una dieta equilibrada y gestionan correctamente sus emociones negativas suelen tener una apariencia más saludable, una belleza más natural y un físico menos envejecido que las que siguen hábitos de vida poco aconsejables.

El papel de la alimentación

La alimentación es la base de nuestra salud. Debemos comer todo tipo de alimentos, pero en las cantidades que los nutricionistas recomiendan. Basar la dieta en productos precocinados y en alimentos ricos en grasas saturadas, azúcares y sal (en detrimento de alimentos saludables como las frutas, las legumbres, las verduras o el pescado), además de repercutir negativamente en nuestro estado de salud, puede deteriorar nuestra piel y cabello.

  • Cabello radiante: Si nuestra dieta no incorpora la cantidad suficiente de vitaminas, minerales y proteínas es posible que nuestro cabello se vuelva quebradizo, seco y caiga más de lo normal. Una dieta pobre en carne, pescado y huevos (alimentos que contienen proteínas de alto valor biológico) puede provocar que el cabello pierda volumen y se debilite. Del mismo modo, si reducimos el consumo de productos lácteos (que aportan péptidos y calcio), puede que el cabello crezca con mayor lentitud y menor resistencia.
  • Incorporar en la dieta diaria alimentos ricos en vitamina B y minerales como el zinc, el hierro o el magnesio (frutos secos, huevos, marisco, pescado, legumbres…) estimula la actividad de los folículos capilares y evita la caída del cabello. Además, ayuda a combatir problemas del cuero cabelludo como la caspa o el exceso de grasa.
  • Piel sana y nutrida: El aspecto de nuestra piel también depende de la cantidad de vitaminas y minerales que incorporemos en la alimentación. La vitamina A (presente en el pescado, la yema de huevo, la leche, etc.) y el betacaroteno (presente en vegetales de hoja verde, pimiento, tomate, calabaza y melocotón, entre otros) actúan como antioxidantes en el organismo y combaten los radicales libres, causantes del envejecimiento prematuro.

Las vitaminas C y E también son antioxidantes. La primera (contenida en fresas, naranjas, limones, etc.), además, interviene en la producción del colágeno, sustancia fundamental para la firmeza y tersura del cutis. La vitamina E (cereales integrales, legumbres, aceites vegetales, etc.), además de luchar contra el envejecimiento, favorece la regeneración y cicatrización de la piel. También es importante asegurar la ingesta de vitaminas del grupo B (imprescindibles para la salud de los tejidos y de la mucosa), de azufre (para prevenir la dermatitis) y de selenio (para mantener la elasticidad de los tejidos).

  • Uñas resistentes: Cuando las uñas presentan un aspecto quebradizo, están amarillas o tienen manchas, es posible que estemos sufriendo la carencia de algún nutriente. Para que las uñas estén fuertes y sean resistentes, en la dieta no pueden faltar alimentos ricos en vitaminas A, B, C, D y E, proteínas y minerales como el hierro, el zinc, el calcio o el yodo.

Beneficios del ejercicio físico

La lista de beneficios asociados a la realización de actividad física de forma habitual es interminable. Y es que a los efectos positivos para la salud (mejora del sistema cardiovascular y de la capacidad respiratoria, aumento de la masa muscular, etc.) hay que sumarle los efectos sobre la autoestima (nos hace ganar confianza y seguridad), las habilidades mentales (favorece la concentración) y la tolerancia al estrés.

Además, hacer ejercicio regularmente también es positivo para la piel: al realizar un esfuerzo hay que respirar con mayor frecuencia, lo que provoca que llegue más oxígeno a la sangre y a las células. Esto hace que mejore la microcirculación de la piel y que esta envejezca a menor velocidad. Además, al hacer ejercicio sudamos, se abren los poros y se eliminan toxinas (por eso notamos que tenemos la piel mucho más suave y tersa tras practicar deporte).

Buen estado de ánimo

Presentar una actitud positiva ante la vida, aprender a disfrutar de los pequeños placeres y reír a menudo, según varios estudios psicodermatológicos, puede ayudar a mejorar nuestro estado de salud y nuestro aspecto.

Por el contrario, ser pesimista, dejarse vencer por el estrés o ser infeliz puede deteriorar nuestra piel y hacerla propensa a sufrir afecciones como dermatitis, rojeces o acné. Además, las personas con estados de ánimo depresivos suelen presentar las facciones más marcadas, arrugas más profundas y una falta notable de luminosidad cutánea. También el pelo puede resentirse de los sentimientos negativos, como la tristeza, la soledad o la ansiedad. Un claro ejemplo es la debilidad y caída del cabello a causa del estrés y de los nervios. ¿A qué esperas para empezar a cuidarte desde el interior?

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